

Amarilis
De Wikipedia, la enciclopedia libre
Amarilis, poetisa anónima peruana, se cree que nació en Huánuco a finales del siglo XVI, poco se conoce de su vida, tan sólo datos que se desprenden del análisis de su obra, donde afirma que es monja . Era admiradora de la obra de Lope de Vega. Su poema Epístola a Belardo, fue publicado en 1621 en La Filomena de Félix Lópe de Vega. Desde el punto de vista formal, su poema reposa en las concepciones propias del Siglo de oro.
Tabla de contenidos |
[editar] Hipótesis de identidad
[editar] María de Rojas y Garay
Algunos autores proponen que su nombre real era María de Rojas y Garay (1594-1622). Huérfana, proveniente de dos familias inquisidoras ilustres que fundaron la ciudad de León – Huánuco. Pupila seglar del beaterio de las Agustinas Recoletas de Lima, donde recibiría una estricta y amplia formación renacentista. Maria de Rojas se exclaustraría en 1617 para contraer matrimonio. Falleció en 1622, poco antes de que llegasen al Perú las primeras copias de La Filomena de Lope de Vega.
[editar] Gerónima de Garay Muchuy
Según la tesis de licenciatura de Carlos Milla-Batres, presentada en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Amarilis era el seudónimo de Gerónica de Garay Muchuy, viuda de Don Diego de Acuña. La hipótesis de Milla es sustentada con una investigación bibiográfica de documentos del período correspondiente en la ciudad de Huánuco.
[editar] Fragmento de la Epístola a Belardo
En su Epistola a Belardo, Amarilis escribe:
Tanto como la vista, la noticia / de grandes cosas suele las más veces / al alma tiernamente aficionarla, / que no hace el amor siempre justicia, / ni los ojos a veces son jueces / del valor de la cosa para amarla: / mas suele en los oídos retratarla / con tal virtud y adorno, / haciendo en los sentidos un soborno / (aunque distinto tengan el sujeto, / que en todo y en sus partes es perfecto), / que los inflama a todos / y busca luego aficiosos modos, / con el que pueda entenderse / el corazón, que piensa entretenerse, / con dulce imaginar para alentarse / sin mirar que no puede / amor sin esperanza sustentarse./ El sustentarse amor sin esperanza, / es fineza tan rara, que quisiera / saber su en algún pecho se ha hallado, / que las más veces la desconfianza / amortigua la llama que pudiera / obligar con amar lo deseado; / mas nunca tuve por dichoso estado / amar bienes posibles, / sino aquellos que son más imposibles. / A éstos ha de amar un alma osada; / pues para más alteza fue criada / que la que el mundo enseña; / y así quiero hacer una reseña / de amor dificultoso, / que sin pensar desvela mi reposo, / amando a quien no veo y me lastima: / ved qué extraños contrarios, / venidos de otro mundo y de otro clima. / Al fin de éste, donde el Sur me esconde / oí, Belardo, tus conceptos bellos, / tu dulzura y estilo milagroso; / vi con cuánto favor te corresponde / el que vio de su Dafne los cabellos / trocados de su daño en lauro umbroso / y admirando tu ingenio portentoso, / no puedo reportarme / del descubrirme a ti, y a mí dañarme. / Mas ¿qué daño podría nadie hacerme / que tu valer no pueda defenderme? / Y tendré gran disculpa, / si el amarte sin verte, fuera culpa, / que el mismo que lo hace, / probó primero el lazo en que me enlace, / durando para siempre las memorias / de los sucesos tristes, / que en su vergüenza cuentan las historias./ Esto mi voluntad te da y ofrece / y ojalá yo pudiera con mis obras / hacerte prendas de mayor estima: / mas dionde tanto se merece, / de nadie no recibes, sino cobras / lo que te debe el mundo en prosa y rima. / He querido, pues viéndote en la cima / del alcázar de Apolo, / como su propio dueño, único y solo, / pedirte un don, que te agradezca el cielo, / para bien de tu alma y mi consuelo. / No te alborotes, tente, / que te aseguro bien que te contente, / cuando vieres mi intento, / y sé que lo harás con gran contento, / que al liberal no importa para asirle, / significar pobrezas, / pues con que más se agrada es con pedirle. / Yo y mi hermana, una santa celebramos, / cuya vida de nadie ha sido escrita, / como empresa que muchos han tenido: / el verla de tu mano deseamos; / tu dulce Musa alienta y resucita, / y ponla con estilo tan subido / que sea dondequiera conocido / y agradecido sea / de nuestra santa virgen Dorotea. / ¡Oh, qué sujeto, mi Belardo, tienes / con que de lauro coronar tus sienes, / podrás, si no emperezas, / contando de esta virgen las grandezas, / que reconoce el cielo, / y respeta y adora todo el suelo: / de esta divina y admirable Santa / su santidad refiere, / y dulcemente su martirio canta! / Ya veo que tendrás por cosa nueva / no que te ofrezca censo un mundo nuevo, / que a ti cien mil que hubiera te le dijeran; / mas que mi Musa rústica se atreva / a emprender el asunto a que me atrevo, / hazaña que cien Tassos no emprendiera, / ellos, al fin, son hombre y temieran; / mas la mujer, que es fuerte, / no teme alguna vez la misma muerte. / Pero si he parecídote atrevida, / a lo menos parézcate rendida, / con fines desiguales / Amor los hace con su fuerza iguales: / y quédote debiendo / no que me sufras, mas que estés oyendo / con singular paciencia mis simplezas, / ocupado continuo / en tantas excelencias y grandezas. / Versos cansados, ¿qué furor os / lleva a ser sujetos de simpleza indiana / y a poneros en brazos de Belardo? / Al fin, aunque amarguéis, por fruta nueva, / os vendrán vuestro gusto bronco y tardo; / el ingenio gallardo, / en cuya mesa habéis de ser honrados, / hará vuiestros intentos deisculpados: / navegad, buen viaje, haced la vela / guiad un alma, que sin alas vuela.
Amarilis, Epistola a Belardo
[editar] Referencias
- Lohmann Villena, Guillermo. Amarilis Indiana: identificacion y semblanza. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú. 1993.
- Menéndez y Pelayo, Marcelino. Historia de la poesía hispanoamericana. Madrid: C.S.I.C. 1948.
- Sánchez, Luis Alberto. La literatura peruana. Lima: s/e. 1929.
- Tamayo Vargas, Augusto. Literatura Peruana. Lima: Universidad Nacional Mayor de San Marcos. 1965.
- Tauro, Alberto. Amarilis Indiana. Lima: Palabra. 1945.
[editar] Enlaces externos