Epigrama

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Epigrama

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El epigrama es una composición poética breve que expresa un solo pensamiento principal festivo o satírico de forma ingeniosa.

El epigrama se creó en la Grecia clásica y, como su nombre indica en griego, era una inscripción que se ponía sobre un objeto, que podía ser un exvoto, un regalo, una estatua o una tumba; los epigramas sobre las tumbas formaron clase aparte y se denominaron epitafios o epicedios, por lo que el vocablo pasó a designar el poema ingenioso que poseía la calidad de ser breve para poder pasar por rótulo o inscripción. La mayoría de los epigramas griegos puede encontrarse en la llamada Antología Palatina. Tras los griegos, destacaron en la composición de epigramas los romanos, singularmente Catulo y Marco Valerio Marcial.

En sus Poetices libri septem (Lyon, 1561), el humanista Giulio Cesare Scaligero define el epigrama como:

« Poema breve cum simplici cuiuspiam rei, vel personae. vel factis indicatione; aut ex propositis aliquid deducens.  »
 
? (III, 126)

Y establece para él dos características definitivas: «brevitas et argutia». En la literatura barroca española el epigrama fue muy utilizado al ser una forma apropiada para la exhibición cortesana del ingenio. El escritor conceptista barroco Baltasar Gracián, en su obra Agudeza y arte de ingenio (1648), realiza un estudio y antología de epigramas escritos en castellano y latín. También el jesuita Joseph Morll en Poesías selectas de varios autores latinos (Tarragona, 1684) hizo una excelente antología. Durante el siglo XVIII el género no decayó, como hubiera podido esperarse a causa de su propensión al estilo hinchado, sino que tomó una intención menos cortesana y más educativa y moral. Posteriormente, algunas formas literarias, como el artículo breve de prensa, las greguerías de Ramón Gómez de la Serna o los membretes de Oliverio Girondo se aproximan al género epigramático, así como las inscripciones anónimas populares en muros o retretes denominadas grafitos o pintadas, que desde las ruinas de Pompeya hasta la actualidad resultan una fuente inestimable sobre la opinión popular de una época. Algunas de estas inscripciones son recogidas por Pío Baroja en su obra Vitrina pintoresca o Camilo José Cela en su San Camilo 1936. A veces, en la lírica del siglo XX puede adoptar un tono elegiaco (Jaime Gil de Biedma). Federico Carlos Sainz de Robles compuso además una historia del epigrama español en El epigrama español del siglo I al siglo XX (Madrid, 1946).

En otras naciones el epigrama fue cultivado con extraordinario acierto. En Inglaterra, sobresalen John Donne, Jonathan Swift, Alexander Pope (creador en el siglo XVIII de una forma de pareado epigramático) y Óscar Wilde. En Francia destacan especialmente Voltaire y Nicolás Boileau. En Alemania, G. E. Lessing. El epigrama también se encuentra en literaturas no occidentales, como la china y japonesa; en esta última puede decirse que el epigrama se encuentra emparentado con la forma poética conocida como haikú. Puede aplicarse el término a cualquier aforismo o dicho más o menos sentencioso, e incluso hasta a cierto tipo de narración hiperbreve.

[editar] Ejemplos de epigrama

El señor don Juan de Robres,
con caridad sin igual,
hizo hacer este hospital…
y también hizo los pobres. (Juan de Iriarte, siglo XVIII)

A la abeja semejante,
para que cause placer,
el epigrama ha de ser
pequeño, dulce y punzante. (Tomás de Iriarte, siglo XVIII)

DE VITA BEATA
En un viejo país ineficiente,
algo así como España entre dos guerras
civiles, en un pueblo junto al mar,
poseer una casa y poca hacienda
y memoria ninguna. No leer,
no sufrir, no escribir, no pagar cuentas,
y vivir como un noble arruinado
entre las ruinas de mi inteligencia (Jaime Gil de Biedma, siglo XX)

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