Luis IX de Francia

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Luis IX de Francia

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Luis IX

Luis IX

Luis IX de Francia, también conocido como San Luis o San Luis IX, Rey de Francia, (Poissy, Seine et Oise, 25 de abril de 1214 – frente a Túnez, 25 de agosto de 1270), rey de Francia. Hijo de Luis VIII “el León y de la infanta castellana Blanca de Castilla (hija del Alfonso VIII, pariente cercano de la familia de Santo Domingo de Guzmán). Fue, por tanto, primo hermano del rey castellano Fernando III el Santo.

Fue proclamado como rey a la muerte de su padre, a fines de 1226, y durante los primeros años estuvo bajo la regencia de su madre. Poco más tarde contrajo matrimonio (1235) con Margarita de Provenza (hija de Ramón Berenguer V, Conde de Provenza, bisnieto de Alfonso VII de Castilla). La pareja real tuvo once hijos:

Tabla de contenidos

[editar] Educación y vida devota

Educado en la devoción y el misticismo por su madre, Luis IX combinó su tarea de gobierno con una ascetismo que ha sido destacado tanto por la hagiografía católica como por comentaristas laicos (Voltaire llegó a decir que “No es posible que ningún hombre haya llevado más lejos la virtud“). Por momentos parecía un anacoreta, entregándose a prácticas de mortificación como el hacerse azotar la espalda con cadenillas de hierro los días viernes, o actos de auto humillación como lavar los pies a los mendigos o compartir su mesa con leprosos.

Perteneció a la Orden franciscana seglar, fundada por San Francisco de Asís. Fundó muchos monasterios y construyó la famosa Santa Capilla en París, cerca de la catedral, para albergar una gran colección de reliquias del cristianismo.

Como Carlomagno tuvo en Eginardo su biógrafo, Luis IX lo tuvo en Jean de Joinville (12241317) amigo suyo y camarada en sus campañas de armas. Sus escritos han creado la tan popular imagen pacífica y piadosa de el Rey, y el propio Joinville prestó testimonio ante el Papa Bonifacio VIII, que canonizaría a Luis IX en 1297.

Luis IX el Santo, por El Greco

Luis IX el Santo, por El Greco

[editar] Gobierno

En un aspecto más terrenal, Luis IX tuvo que verse enfrentado a Enrique III de Inglaterra, a quien venció en Tailebourg en 1242, firmando luego una paz que se prolongó por todo su reinado. Gracias a este tratado confirmó sus conquistas de Anjou, Turena y Maine. Conservando solamente el monarca inglés la Guyena.

Mas tarde la rebelión de los nobles ingleses contra Enrique III repercutió en Francia. Con la derrota y prisión de Enrique en Lewes (1264). Su esposa, la reina Leonor de Provenza y su hijo mayor, el principe heredero Eduardo, heredero del trono, se refugian en Francia, al lado de la reina Margarita -hermana mayor de Leonor-, la cual convence a su esposo Luis IX que apoye a Eduardo con un ejército para reconquistar el poder y liberar a su padre.

Luis IX fue el último monarca europeo que emprendiera el camino de las Cruzadas contra los musulmanes. La primera vez, entre 1248 y 1254, en lo que luego se llamó la Séptima Cruzada, San Luis desembarcó en Egipto, y llegó a tomar la ciudad de Damieta, pero poco después sus tropas fueron sorprendidas por la crecida del Nilo y la peste. Combatiendo en terreno desconocido para ellos, los franceses, junto con su rey, cayeron prisioneros de sus enemigos y sólo se salvaron pagando un fuerte rescate.

La Octava Cruzada, en 1270, llevó a San Luis frente a Túnez, ciudad a la que puso sitio. Si bien al rey lo impulsaban móviles religiosos, no era el caso de su hermano, el bastante más terrenal Carlos de Anjou, Rey de Nápoles, cuyos intereses en Italia, que lo vincularon estrechamente al papado, lo pusieron en situación de acabar con la competencia de los mercaderes tunecinos del Mediterráneo.

La expedición fue un desastre. Buena parte del ejército fue atacado por la disentería, al igual que el propio San Luis, que murió durante el sitio, sin haber conseguido su objetivo, el 25 de agosto de 1270.

[editar] Legado

Con su muerte, remate de una expedición carente de todo sentido militar, político y religioso salvo el antes mencionado de favorecer a Carlos de Anjou, se extinguieron las Cruzadas. La lenta consolidación de los estados monárquicos y el desarrollo cultural y comercial de la época gótica eran un hecho incontrastable que alejaron de preocupaciones místicas a los gobernantes de aquel tiempo. Por otro lado, la Europa Occidental había llegado ya a su techo militar, y no pudo desalojar a los musulmanes del Norte de África y del Cercano Oriente. Apenas veinte años después de la muerte de San Luis, los cristianos perdieron su última plaza fuerte en Tierra Santa, al caer en manos de los musulmanes San Juan de Acre, en 1291.

A su muerte le sucedió en el trono su hijo, Felipe el Atrevido.

[editar] Evaluación

En este marco, San Luis, a pesar de su popular imagen dentro y fuera de su país, desempeñó un papel anacrónico que no supo reconocer y que le costaría la vida.

[editar] Del testamento espiritual de San Luis a su hijo

(Acta Sanctorum Augusti 5 [1868]1, 546)

Hijo amadísimo, lo primero que quiero enseñarte es que ames al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con todas tus fuerzas; sin ello no hay salvación posible. Hijo, debes guardarte de todo aquello que sabes que desagrada a Dios, esto es, de todo pecado mortal, de tal manera que has de estar dispuesto a sufrir toda clase de martirios antes que cometer un pecado mortal. Además, si el Señor permite que te aflija alguna tribulación, debes soportarla generosamente y con acción de gracias, pensando que es para tu bien y que es posible que la hayas merecido. Y, si el Señor te concede prosperidad, debes darle gracias con humildad y vigilar que no sea en detrimento tuyo, por vanagloria o por cualquier otro motivo, porque los dones de Dios no han de ser causa de que le ofendas. Asiste, de buena gana y con devoción, al culto divino, mientras estés en el templo, guarda recogida la mirada y no hables sin necesidad, sino ruega devotamente al Señor con oración vocal o mental. Ten piedad para con los pobres, desgraciados y afligidos, y ayúdalos y consuélalos según tus posibilidades. Da gracias a Dios por todos sus beneficios, y así te harás digno de recibir otros mayores. Obra con toda rectitud y justicia, sin desviarte a la derecha ni a la izquierda; ponte siempre más del lado del pobre que del rico, hasta que averigües de qué lado está razón. Pon la mayor diligencia en que todos tus súbditos vivan en paz y con justicia, sobre todo las personas eclesiásticas y religiosas. Sé devoto y obediente a nuestra madre, la Iglesia romana, y al sumo pontífice, nuestro padre espiritual. Esfuérzate en alejar de tu territorio toda clase de pecado, principalmente la blasfemia y la herejía. Hijo amadísimo, llegado al final, te doy toda la bendición que un padre amante puede dar a su hijo; que la Santísima Trinidad y todos los santos te guarden de todo mal. Y que el Señor te dé la gracia de cumplir su voluntad, de tal manera que reciba de ti servicio y honor, y así, después de esta vida, los dos lleguemos a verlo, amarlo y alabarlo sin fin. Amén.


Predecesor:
Luis VIII
Rey de Francia Occidental, luego Rex Franciae (Rey de Francia)
1226 ? 1270
Sucesor:
Felipe III

[editar] Enlaces externos

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