Ranavalona I

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Ranavalona I

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Ranavalona I de Madagascar

Ranavalona I de Madagascar

Su nombre completo era Rabododoandrianampoinimerina. Reina de Madagascar desde 1828 hasta 1861, su maldad reducía las mas abyectas villanías de los emperadores romanos a meros pasatiempos sin importancia.

Nació en 1782, en el seno de la tribu menabe, una familia emparentada con la realeza. Cuando era poco mas que una niña se casó con el rey Radama I, primer gran monarca de la isla. En 1828 murió su marido, se cree que ella estuvo implicada pero, de una forma u otra, el poder llegó a las codiciosas manos de ranavalona.

Desde el principio hizo gala de una inigualable maldad. Lo primero que hizo fue convertir en papel mojado todos los tratados internacionales que había firmado su esposo con las potencias extranjeras y expulsó de la isla a los no nativos. Los que peor lo pasaron fueron los cristianos. En torno a 1835 movilizó un ejército para perseguirlos. Todos los misioneros fueron pasados a cuchillo y el ejército malgache ejecutó a todos los que llevaran una biblia o profesaran esa fe en público. A Ranavalona le encantaba torturar a los reos; Uno de sus métodos mas preferidos era atar al cautivo a la boca de un pozo y hacer que sus soldados tiraran agua hirviendo, de forma que el líquido fuera subiendo y escaldara vivo al desgraciado. aproximadamente, 150000 cristianos pudieron morir a manos de Ranavalona.

Otros criminales no lo pasaban mejor, y para probar su inocencia eran obligados a beber veneno o nadar por aguas infestadas de cocodrilos. Tampoco mostró clemencia con el ejército de esclavos a su servicio. Por pura diversión, eliminó a 10000 de ellos en una sola semana de festejos.

La isla se sumió en el aislamiento. En 1845 una misión anglofrancesa intentó poner fin a aquel reinado de terror. Pero la reina, que se hacía adorar como una diosa viviente, sospechó que tras ella había una conjura familiar. No le faltaba razón. Su hijo Radama II llegó a pedír a Napoleón III que invadiera la isla. Sin embargo, las puertas de Madagascar no se abrirían hasta 1861, cuando falleció la reina. Su hijo, Radama II reinó competentemente y su reinado suplió en alguna medida aquel desastre, pero en Madagascar no se olvida el reinado de la reina más sangrienta del siglo XIX.

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