Diamante

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Diamante

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Este artículo trata sobre el diamante como material. Para otros usos consulte Diamante (desambiguación)
Estructura del diamante

Estructura del diamante

El diamante es uno de los alotropos del carbono (el principal es el grafito).

El diamante es, en la actualidad, la joya más preciada del mundo. La explotación de mantos diamantíferos constituye un firme renglón para la minería y, finalmente, la venta de estas gemas constituye una fuente muy importante de ingresos.

La dureza del diamante es tal que sobre él se basa la escala de dureza de Mohs, asignándole diez como máximo posible. Su dureza se debe a sus enlaces carbono-carbono muy estables en química, y a su disposición en la estructura: forma una pirámide perfecta, donde si nos fijamos bien y ponemos cualquiera de sus lados como base, podemos contar los átomos de carbono por capas, teniendo la primera uno, la segunda cuatro, la tercera nueve y la cuarta dieciséis, lo que hace una sucesión de cuadrados 1², 2², 3² y 4².

La importancia del diamante no sólo se cifra en su innegable belleza, sino también en su gran utilidad en la industria. Baste decir que, sin el diamante, muchas actividades industriales estarían seriamente limitadas.

Tabla de contenidos

[editar] Historia del diamante

Desde hace miles de años, el diamante ha figurado entre las piedras preciosas preferidas por el ser humano. Fueron las civilizaciones orientales las primeras en conocer esta gema. India (su primer y más vasto productor) dio al mundo los más hermosos diamantes, como el Ko-i-nor (que traducido significa algo así como “montaña de luz”) que pesaba, en bruto, 78,5 quilates de joyería.

El nombre del diamante proviene del griego adamas o adamantem, que significa “el invencible”. En efecto, ha sido utilizado con frecuencia para simbolizar lo eterno e infinito. Además, antiguamente se le conferían toda clase de poderes extraños.

El diamante llegó a Europa muy posiblemente en el tercer siglo antes de nuestra era, quizás como consecuencia de los viajes de Alejandro Magno, que provocaron un enorme intercambio entre los puertos del Mar Rojo y los de la Costa de Malabar, en la India.

[editar] Regiones ricas en diamantes

Estructura del diamante

Estructura del diamante

Las regiones ricas en diamantes son la India, Brasil y Sudáfrica, pero las características del suelo en donde éstos se hallan son distintas en cada zona.

En la India, por ejemplo, se encuentran principalmente en tierras areniscas y conglomerados antiguos, probablemente silúricos (pertenecientes al segundo periodo de la era primaria) y masas de los ríos.

En el Brasil, en el estado de Minas Gerais, los mantos se encuentran en una roca formada en gran parte por cuarzo y mica; en los estados de Bahía, Goiás y Mato Grosso se hallan en depósitos sueltos de aluviones y en las arenas de los ríos.

En el Sur de África las condiciones son distintas: el diamante se encuentra en las arenas de los ríos y en depresiones crateriformes del suelo, llenas de una tierra que en la superficie es de color pardo amarillento y ya en profundidad es gris azulada, constituida por partículas de una roca eruptiva análoga a la serpentina, procedente de la descomposición de una roca de olivino (llamada kimberlita.)

[editar] Extracción y corte

Extracción y lavado

Extracción y lavado

El proceso de extracción es también muy diverso, ya que depende de la región en la que el diamante se explote. Pero, en general, las operaciones de laboreo se dividen en tres partes: eliminación del estéril (tierra y piedra que cubre la arena diamantífera), extracción y lavado.

Debido a que el laboreo de estas minas es muy costoso (de cada diez toneladas de mena, sólo se extrae un quilate de diamante) las compañías únicamente invierten en aquellas zonas que les garanticen una vasta producción. Por lo general, extensos kilómetros de terreno son excavados para obtener una gema de tamaño apreciable. Esto explica por qué el diamante tiene tan alto precio en el mercado.

Un diamante cautiva por sus destellos. La belleza de su resplandor se debe a que posee un alto índice de refracción de la luz y un gran poder dispersivo: al penetrar, los rayos de luz sufren innumerables reflexiones interiores y la luz blanca se dispersa, regresando al exterior convertida en un abanico de múltiples colores. Los diamantes y las gotas de agua funcionan como prismas al frenar, en mayor o en menor grado, las longitudes de onda (violeta al máximo, rojo al mínimo), haciendo que los colores se extiendan en forma de arco iris.

El grado de la belleza del iris del diamante depende, en gran medida, del tallado y pulido de la pieza. Aunque naturalmente los diamantes tienen sus propios destellos, éstos pueden ser mejorados y multiplicados bajo la mano paciente de un lapidario experto.

Por su extrema dureza, el diamante sólo puede pulirse con otro diamante. Por eso, en el tallado y pulido de la piedra uno de los elementos más importantes es el diamante mismo.

Antes de proceder a cortar, se examina la gema para determinar sus planos de crucero. Luego se traza sobre ella una línea que marque el perímetro de dichos planos. Sobre éste se hace una pequeña ranura con una especie de palo que lleva en su extremo una arista de diamante. Por esa abertura se introduce una finísima hoja de acero, se le da un golpe seco y la piedra se parte en dos.

Para el tallado, los lapidarios usan sierras circulares de fósforo sobre cuyo filo se pone polvo de diamante mezclado con aceite de oliva, tantas veces como dure la operación (que, en ocasiones, se prolonga durante días dependiendo del tamaño y dureza de la gema.)

Pero no todos los diamantes son útiles para joyería. Cualquier defecto puede restarles valor y entonces sólo tienen aplicación industrial. Generalmente esto sucede con aquéllos que presentan en su interior burbujas o partículas extrañas, o bien, con los que están irregularmente formados o pobremente coloreados.

[editar] Aplicaciones en la Industria

Hay dos tipos de diamante comúnmente usados en la industria: el carbonado y el ballas. El primero presenta un marcado principio de cristalización con un gran número de puntitos blancos luminosos. El ballas es de forma semiesférica y superficie granulienta. Por su extrema dureza es imposible lapidarlos.

Con estos diamantes se fabrican troqueles y muelas para pulir herramientas. También se emplean para perforar pozos petroleros y para cortar todo tipo de piedras.

El campo actual de investigación de utilidad industrial del diamante es el de los semiconductores de alto rendimiento, debido a que tienen características de conductividad tanto de calor como de electrones muy superiores a las del silicio (elemento más común actualmente para estas aplicaciones).

Durante mucho tiempo se soñó con lograr producir diamantes artificialmente. Fue hasta 1954 que la compañía General Electric produjo (aunque pequeños) auténticos diamantes al someter una sustancia carbonosa (rica en grafito) a una temperatura de 2.899 grados Celsius y presión de más de 100.000 atmósferas (semejante a la que se supone que existía en las profundidades de la corteza terrestre cuando se formaron los mantos diamantíferos.)

A partir de entonces, el diamante artificial se fabrica en gran escala. Su mayor aplicación es de tipo industrial, aunque también se fabrican diamantes para joyas. Su precio es más reducido que el de uno auténtico.

En 2003 dos empresas estadounidenses llegaron de forma independiente a procesos basados en la precipitación para generar diamantes artificiales (“cultivados”) imposibles de diferenciar de uno natural, e incluso de mayor pureza en algunos casos.

El diamante está cotizado en 200 dlls por cada 6 puntos (2005).

[editar] La necesidad de una tradición

La gran demanda por el diamante empezó en Estados Unidos. EE.UU. siendo una nación de inmigrantes trabajadores no disponía de ninguna tradición. Para la segunda década del siglo XX se empezó a adoptar la tradición del diamante gracias a una extensa campaña publicitaria lanzada por la compañía N. W. Ayer. Después de la Segunda Guerra Mundial De Beers puso la mirada en Japón, sacando ventaja del hecho de que la principal motivación de los japoneses era la de parecerse más a los occidentales que a los asiáticos. El deseo de este país era el ser parte del mundo moderno, y fue así como De Beers diseñó una campaña en la cual identificaba el regalo de diamantes con el pasaporte a la modernidad. La respuesta en este país fue enorme. En Japón, donde no existía ninguna tradición alrededor de este mineral, las ventas pasaron de cero a 65% en seis años hasta convertirse en el segundo mercado más grande para los diamantes donde se vende el 25% de los diamantes de todo el mundo. De Beers logró de esta manera una hazaña comercial.

[editar] Durabilidad del diamante

Hollywood ha contribuido a propagar la idea de que el valor del diamante es para siempre. Realmente los diamantes no son eternos. Si se calienta un diamante, éste se vuelve negro, se carboniza. En cambio la idea popular es diferente. La creencia generalizada es que la inversión en diamantes es excelente y que siempre se puede recuperar el dinero invertido, lo cual es totalmente falso. En el momento en que un diamante sale de la tienda el joyero obtuvo una ganancia de más del 50% y de la misma forma el distribuidor y el resto de intermediarios. Sin tener en cuenta la inflación se tendría que esperar 20 años para que el comprador final pueda recuperar su dinero.

El diamante tiene un valor sentimental y es allí donde está la genialidad de De Beers: en identificar un valor sentimental con una transacción comercial. El diamante nunca va a ser revendido debido a su valor sentimental. De ahí la importancia para De Beers de mantener esta ilusión y de que continúe el sentimentalismo hacia los diamantes.

[editar] Enlaces externos

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