Mengistu Haile Mariam

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Mengistu Haile Mariam

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Mengistu Haile Mariam
Imagen:Mengistu.jpg
Presidente del Derg
Período 11 de febrero, 1977 ?
10 de septiembre, 1987
? Partido político Derg
? Predecesor Tafari Benti
? Sucesor Ninguno
Posición disuelta

1er Presidente de Etiopía
Período 10 de septiembre, 1987 ?
21 de mayo, 1991
? Partido político Partido de los Trabajadores de Etiopía
? Predecesor Ninguno
Posición creada
? Sucesor Tesfaye Gebre Kidan

Nacimiento Harar, Etiopía, 21 de mayo de 1941
Profesión General de Brigada

Hailé Mariam Mengistu (Harar, 21 de mayo de 1941 – ) fue un militar, político y dictador comunista etíope, jefe de Estado de este país desde 1977 a 1991, a veces llamado Negus Rojo.

Además de las víctimas de la guerra con Eritrea, bajo su mandato murieron de hambruna alrededor de 1 millón de etíopes. En exilio en Zimbawe desde 1991, ha negado constantemente dichas acusaciones, siendo condenado (in absentia) en Etiopía por los cargos de genocidio.

Tabla de contenidos

[editar] La conquista del poder

Mengistu descendía por parte de madre de Kebede Tesemma, un noble y alto funcionario de la Corte imperial famoso por sus intrigas, pero su padre era un liberto.

Militar de ideología marxista, tras luchar en la guerra secesionista de la provincia de Eritrea se convirtió en uno de los dirigentes del golpe de Estado que canalizó el descontento popular y destronó al negus Haile Selassie en 1974. Este golpe de Estado fue auspiciado por dos partidos marxistas: el PRPE (Partido Revolucionario del Pueblo Etíope) y el MEISON (Movimiento Socialista Panetíope).

Al frente del país quedaba el Comité Militar Administrativo (Derg), un gobierno provisional atípico compuesto por más de 100 miembros y presidido por el general Aman Andom. Junto a él dos jóvenes capitanes del ejército, Atnafú Abate y el propio Mengistu. El Derg estaba fuertemente dividido entre los que abogaban por un gobierno fuerte que plantase cara tanto a la secesión eritrea como a la infiltración somalí en Ogadén, y los que optaban por volver a la vía del consenso con Eritrea para centrarse en los problemas reales del país, dirigidos por Andom, de ascendencia eritrea y talante negociador. En noviembre, apenas dos meses después de la renuncia del Negus, el general Andom fue asesinado en su domicilio de Addis Abeba.

Fue el primero en caer: Mengistu clamó públicamente contra los enemigos de la revolución y dio paso una purga rigurosa que diezmó las filas del PRPE y del Derg. Con la colaboración del MEISON organizó milicias armadas que clausuraron las universidades y dieron caza, captura, tortura y muerte a todo disidente catalogado como tal por el gobierno o por el Movimiento Panetíope. El depuesto Negus fue estrangulado por orden de Mengistu el 27 de agosto de 1975 con un cordón de nylon que se haría tristemente famoso con el apodo de Pajarita de Mengistu: el verdugo se situaba a la espalda y tirando con fuerza en sentido opuesto de los cabos del cordón rompía la tráquea al reo, que fenecía en la peor de las asfixias. El cadáver del Negus fue disuelto en ácido y sus restos enterrados bajo el retrete del despacho de Mengistu, de donde fueron exhumados en 1991.

[editar] El Terror Rojo

Hubo un breve interregno con el general Taferi Bante al frente del Derg, en que el MEISON se conviritó en el siguiente objetivo de Mengistu. Comenzó ajusticiando a Atnafú Abate, correligionario suyo y participante entusiasta en la limpieza del PRPE, para continuar con la persecución sistemática y asesinato de los partidarios del MEISON. A falta de las voluntariosas milicias panetíopes, Mengistu se valió se unos escuadrones de la muerte creados a tal efecto, que dependían directamente de la Seguridad del Estado y de su persona. El terror revolucionario se alargó más de tres años, hasta mediados de 1977, año en que Mengistu pasó a encabezar el Derg, luego de un nuevo golpe de Estado en el que perdió la vida el propio Tafari Benti, ametrallado frente al Palacio Imperial.

Lanzó en ese momento lo que el gobierno etíope denominó una Campaña de Terror Rojo para eliminar a todos sus oponentes. Ese mismo año estableció un régimen comunista que recibió el pleno respaldo de soviéticos y cubanos. Aplicó una política represiva de torturas, asesinatos y desapariciones, y practicó una indiscriminada violencia contra la población rural, especialmente en Eritrea y Tigray. El secretario mundial de Save the Children afirmaba que …han sido asesinados un millar de niños y sus cuerpos yacen en las calles presa de las hienas errantes (…) Pueden verse los cuerpos amontonados de niños asesinados (…) en el arcén de la carretera de salida de Addis Abeba…

[editar] Política económica

Imagen:Mengistu2.gif

Mengistu como líder del Derg

Como herencia del régimen feudal de Haile Selassie, principal aliado de Estados Unidos en la zona, Etiopía era uno de los países más pobres del mundo. La mayor parte de las tierras estaban en posesión del Emperador, la nobleza y la Iglesia, que en ocasiones exigían unos tributos exorbitados. Si bien el Imperio de Etiopía tenía un inmenso prestigio externo como líder del movimiento panafricano, en el interior los azotes periódicos de la sequía, las consiguientes hambrunas y una modernización frustrada habían puesto al gobierno en la cuerda floja en más de una ocasión. De 25 millones de habitantes, sólo 4 podían hacer efectivo su derecho a voto. No había partidos políticos y se necesitaba de la aprobación imperial para llevar a cabo cualquier acción gubernamental.

Abolido el Imperio, el nuevo gobierno de la joven República de Etiopía procedió a una socialización forzosa de la economía. Apenas cuatro meses después del destronamiento del Negus, el Derg, dirigido con mano de hierro por Mengistu, nacionalizó la banca y los seguros. Poco después arremetió contra la propiedad, prohibiendo por ley la posesión de tierras y limitando a un bien por familia la propiedad inmobiliaria. Cualquier ciudadano que poseyera, ya fuese por herencia o por adquisición más de un inmueble, fue automáticamente expropiado por el Estado. Todo ello derivó en un enorme descontento popular, en una feroz campaña de represión política y en las guerras de Ogadén y Eritrea.

El tradicional reparto de la tierra en Etiopía se organizaba alrededor de dos regímenes de tenencia: el Rist centrado en torno a los clanes familiares y el Gult, tierras de concesión estatal, es decir, imperial. El Rist formaba la columna vertebral del campo etiope, y constituía el núcleo esencial de la sociedad rural regulada alrededor de la familia. La proscripción de la propiedad rústica dejó a esta masa inmensa de campesinos al albur de las decisiones gubernamentales. Peor aún fue la expropiación de las tierras regidas por el Gult. Millones de campesinos y sus familias pasaron a depender del Estado que, al menos oficialmente, se hacía cargo de los latifundios antes regidos por terratenientes. La nacionalización del agro provocó un colosal éxodo de hambrientos desposeídos de lo único que tenían: su fuerza de trabajo.

La implantación de las Granjas Estatales modeladas al corte soviético fueron recibidas con amplio rechazo, llevando dicha política al fracaso. A su pésima gestión interna se sumó el hecho de que muchos etíopes, en especial los pertenecientes a etnias conflictivas como los Oromo, fueron forzados a trabajar en ellas en condiciones rayanas a la esclavitud. La socialización de la economía transformó al Estado en el único demandante de excedentes agrícolas. Los precios eran fijados desde un gabinete ministerial y, por supuesto, no se correspondían con los de mercado. El campesinado se veía obligado a pagar más por las semillas en el mercado negro de lo que recibía del Estado por el producto final. Muchas familias campesinas hubieron de vender su magro patrimonio, que las más de las veces se limitaba a una choza y un par de cabezas de ganado víctima del agostamiento de los campos, para hacer frente al afán recaudador del gobierno. La llegada de las períodicas sequías empeoró el desastre, y el número de muertos rondó el millón largo.

Mengistu denunció a la comunidad internacional por no hacer nada para evitar la catástrofe debida a la sequía. Tras un documental de la BBC y varios macroconciertos benéficos, Mengistu utilizó el impresionante caudal de donativos recibidos para comprar armas y trasladar a la población de las zonas del norte del país, con objeto de aislar los grupos secesionistas del norte. Quienes se negaban a abandonar sus tierras no recibían las provisiones enviadas por Occidente.

Organizaciones internacionales como Médicos sin Fronteras fueron declaradas non gratas por el gobierno de Mengistu y vituperadas en Occidente. La administración Reagan, que clamó que la petición de ayuda cursada por el gobierno etíope era un ardid para captar fondos con los que financiar su maquinaria bélica, fue tachada de capitalista, infame, reaccionaria y de enemiga de la humanidad (sic).

[editar] Organización del Nuevo Estado

Dada la ausencia de una formación política de carácter nacional, se creó una comisión para la organización de un partido único, el Partido de los Trabajadores de Etiopía (PTE), que finalmente fue establecido en 1984, con Menghistu como su Secretario General. Tres años más tarde, en 1987, fue aprobado en plebiscito por el 81% de los sufragios la primera Constitución del país.

En la Constitución se aprobaba el papel del PTE como “fuerza directiva de la sociedad” y se establecía la convocatoria de elecciones al Shengo (Asamblea Nacional) las cuales se celebraron ese mismo año y cuyos candidatos no necesitaban ser miembros del PTE. Mengistu fue elegido por el Shengo Presidente de la nueva república recién constituida. Durante todo este periodo, el gobierno de Mengistu hubo de afrontar gran número de dificultades.

[editar] Conflictos y caída

Con la ayuda prestada por la Unión Soviética y Cuba, que enviaron soldados y abundante material militar, la Etiopía de Mengistu combatió los movimientos independentistas de Ogadén y Eritrea. Si la campaña de Ogadén se saldó con éxito, en Eritrea, el ejército etíope se empantanó ante las guerrillas eritreas, determinadas a resisitir ante la extrema crueldad de la que hicieron gala Mengistu y sus aliados.

Con la evacuación de los soldados cubanos, y cortada la ayuda militar y económica de la Unión Soviética, el ejército etíope perdió todo el territorio ganado en Eritrea. En 1988 el renovado Frente Popular de Liberación de Eritrea se apoderó de la ciudad de Afabet y destruyó tres divisiones enteras del ejército de Mengistu. En 1990, lidiando ya con la subversión interna los rebeldes conquistaron el estratégico puerto de Masaua. Al año siguiente la movilización fue completa, y hasta se cerraron los escasos colegios e institutos, para que los niños acudiesen al frente a defender la causa de Mengistu. En febrero cayeron Gondar y Gojam las últimas ciudades eritreas en poder del gobierno y apenas cuatro meses después, el 28 de mayo, Mengistu asediado dentro y fuera de la capital por sus propios compañeros de partido, solicitó a su amigo Robert Mugabe asilo político y se exilió en Zimbabwe.

[editar] Condenas en el exilio

Los intentos de los posteriores gobiernos etíopes, auspiciados por EE.UU., de conseguir su extradición por genocidio han fracasado hasta el momento.

El 12 de diciembre de 2006, Mengistu fue declarado culpable de genocidio. Después de un proceso de 12 años, el Tribunal Supremo Federal de Etiopía condenó en veredicto unánime a Mengistu por los cargos de genocidio, crímenes contra la humanidad, homicidio, encarcelamiento ilegal y confiscación ilegal de propiedad privada.[1]

El 11 de enero de 2007 se hace pública la sentencia que le condena a cadena perpetua.

[editar] Enlaces externos

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